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Caso Emblemático

Aprendices de terroristas – terruqueo y estigmatización de la universidad pública

La invalidación sociomoral que genera el terruqueo también se ha manifestado contra la educación pública. Las y los estudiantes universitarios han sido terruqueados constante y sostenidamente. La influencia y difusión que Sendero Luminoso y el MRTA encontraron en las universidades nacionales durante la época del conflicto armado interno es usada hoy para estigmatizar estos espacios y a sus miembros. Los intentos de vinculación con un pasado que ya no existepero que es presentado de manera latente, alarmante, inminente– son frecuentes desde la prensa, la clase política y gubernamental, o incluso por las mismas autoridades universitarias. Diversas actividades estudiantiles han sido acusadas de terroristas: protestas, cursos, modos de reclamar. Todas estas han sido deslegitimadas a partir del señalamiento común de ser sospechosas por presuntamente estar vinculadas, defender o difundir ideas terroristas.  

 

Fuente: elperfil.pe

 

La Universidad Nacional Mayor de San Marcos –la primera universidad pública del país– es un ejemplo significativo de esta situación. En esta sección mostraremos dos experiencias que evidencian el recurrente estigma con que se representa a esta casa de estudios. Por un lado, las formas en que se caracterizó –en dos episodios distintos– la protesta estudiantil como radical, delincuencial y vinculada a Sendero Luminoso (que llevó a una conductora de televisión a calificar a los protestantes como “aprendices de terroristas”). Por otro lado, la investigación y persecución que la policía y el Ministerio Público llevaron a cabo contra un curso extracurricular de marxismo organizado por la Facultad de Letras, el cual consideraron como apología del terrorismo. 

 

Ambos casos evidencian cómo el terruqueo a la educación pública presenta una aproximación clasista/racista hacia los estudiantes de universidades estatales; pero también cómo permanece un temor y desprestigio generalizado a cualquier símbolo o elemento relacionado con la izquierda política. 

Para entender el estigma que se reproduce sobre las y los sanmarquinos es preciso recordar qué pasó en la UNMSM durante los años de violencia política; exactamente, cómo operaba Sendero Luminoso en su campus.  

 

Como lo explica la investigación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, para comprender el estigma que identificó y aún identifica a los sanmarquinos como terroristas, es importante examinar cómo fue la presencia de Sendero Luminoso en la UNMSM durante el periodo de violencia política.  

 

En principio, no fue el único actor que participó en la dinámica de la violencia desarrollada en el campus universitario. El Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso (PCP-SL) estuvo presente en San Marcos junto a muchas otras agrupaciones comunistas: era común en la universidad (y propio de la época) la difusión, discusión y aceptación del pensamiento político de izquierda –en sus distintas variantes– entre los jóvenes universitarios.  

 

Precisamente por ello, Sendero Luminoso no fue apoyado por toda la comunidad universitaria. Nunca logró aceptación mayoritaria en alguno de los tres estamentos universitarios (estudiantes, docentes o trabajadores). Y si bien obtuvo algunos espacios de poder e influencia en centros federados o servicios estudiantiles (el comedor, la residencia), estos no fueron perennes y casi siempre estuvieron disputados por otras agrupaciones políticas universitarias de mayor injerencia.  

 

De acuerdo con la CVR, cuando inició la guerra, en los primeros años de la década de 1980, la presencia del PCP-SL era mínima al interior de la universidad: “la violencia política inicialmente se percibía como un fenómeno rural y andino, alejada de las grandes ciudades. La universidad San Marcos no sería ajena a esta percepción” (pág. 647). Recién hacia mediados de los ochenta la presencia de Sendero Luminoso se hace más agresiva en San Marcos: los miembros senderistas intentan consolidarse en torno al comedor y la residencia universitarios; así como en algunas carreras (como Historia, Educación, Psicología, Química e Ingeniería Electrónica). Muchos de estos estudiantes habían sido captados con antelación en academias preuniversitarias como César Vallejo o Aduni, donde el PCP-SL había hecho un trabajo político efectivo.  

 

 

Fuente: Lucidez.pe

 

Para fines de los años ochenta, el PCP-SL había logrado una importante presencia pública en el país, sin embargo, en San Marcos no tenía un organismo o frente de fachada permanente:  

 

“Como el PCP-SL nunca logró el consenso necesario en los espacios estudiantiles, entonces para hacer sentir su presencia, cotidianamente ingresaban a los salones a dar sus consignas e incluso llegaron a realizar algunas detonaciones con fines más propagandísticos. En términos generales, el PCP-SL no realizaba acciones militares dentro de la Universidad. La estrategia senderista buscaba fundamentalmente realizar un trabajo político de captación y tener al interior de la universidad un lugar de refugio y almacenamiento de materiales. La capacidad de movilización del PCP-SL, al interior de la universidad, era limitada. No garantizaban movilizaciones masivas, pero sí desfilaban muy ordenados, organizados y con apoyo de militantes externos, pudiendo ser identificados por el tipo de consignas que usaban. Esta orfandad y carencia de apoyo estudiantil, se mostró claramente en las elecciones para tercios estudiantiles que se realizaron luego de la intervención militar.” (pág. 653).  

 

Al inicio de los años noventa, Sendero Luminoso parece instalarse frente al vacío de poder y caos reinante en la Universidad. Ante la corrupción de autoridades y funcionarios, el PCP-SL aparece como un ente ordenador. No obstante, pese a su fortalecimiento, afronta siempre la resistencia de diferentes grupos estudiantiles. Pero será la captura de Abimael Guzmán y los principales cuadros senderistas, entre 1992 y 1994, lo que desarticulará la estructura de esta organización, pues muchos de los militantes senderistas fueron apresados o se vieron forzados a dejar la universidad. A la par de esta situación, en mayo de 1991, y bajo el pretexto de que se había convertido en una base terrorista, el gobierno de Fujimori interviene la UNMSM e instala dentro una base militar. Esto también contribuye al inicio de la paulatina desaparición del PCP-SL en San Marcos. 

 

“La intervención militar de 1991 fue apoyada por un sector mayoritario de los estudiantes, ya que sentían que se recuperaba a San Marcos del caos” (pág. 654), narra la CVR. Sin embargo, esta intervención también implicó abusos, desapariciones, acciones represivas contra docentes, estudiantes y trabajadores universitarios. Algunos años después, en 1995, el fujimorismo intervendría administrativamente la universidad. Instaló una Comisión Reorganizadora (CORE) que destituyó a las autoridades universitarias y a los tercios estudiantiles, tomando diversas medidas arbitrarias, como la introducción de medidas más represivas contra cualquier expresión opositora (por ejemplo, la fácil acusación de ‘terrorista’ hacia quienes protestaban contra las políticas fujimoristas). 

 

En conclusión, frente a la extendida y perniciosa idea de que todo sanmarquino es terrorista o que, durante los años ochenta, San Marcos fue cuna y base de Sendero Luminoso en la capital, es preciso resaltar cómo los miembros de esta universidad no apoyaron masivamente al PCP-SL. Hubo senderistas presentes entre estudiantes, docentes y trabajadores que realizaban acciones de captación y propaganda, pero no fueron mayoría ni contaron con gran aceptación entre los organismos y bases universitarias (pues casi siempre estuvieron disputándoselos con otras agrupaciones de izquierda), mucho menos se hicieron con el control político de esta casa de estudios.  

Existe una representación habitual, que forma parte de cierto sentido común: las y los estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) son identificados como radicales, de izquierda, “rojos”. 

 

Los medios de comunicación han cumplido un rol fundamental en esta representación. Cada cierto tiempo, sus protestas son noticia porque implican intervenciones y enfrentamientos con la policía, represión y violencia. En redes sociales (y fuera de ellas), son apodados de “tirapiedras”, “rojetes”, “revoltosos”. Se han publicado alarmados reportajes sobre la supuesta y masiva infiltración del Movadef en sus aulas (“Sendero Luminoso sigue en San Marcos” es una muletilla recurrente). Algunos periodistas y políticos han calificado las formas de su protesta (cierre de pistas, toma del campus) de ilegales. Por supuesto, y sin serlo o tener mínimamente alguna cercanía ideológica, también han sido identificados directamente como terroristas. 

 

Un caso emblemático sucedió en marzo de 2017, cuando la prensa acusó a los estudiantes que protestaban de radicales, violentistas y delincuentes; los llamaron “aprendices de terroristas”, pidieron su encarcelamiento inmediato. Los estudiantes de la UNMSM habían tomado el campus de la ciudad universitaria como medida de protesta ante el alza de pagos por la matrícula, el carné universitario, la inscripción para el ciclo de verano, entre otros conceptos. Hubo enfrentamientos con la policía y violencia producto de la represión. La prensa cubrió el hecho.  

 

Una reportera del canal de televisión Latina realizó una transmisión en vivo (que titularon “protesta vandálica”) para el noticiero matutino 90 Matinal. Durante la transmisión, Magaly Medina, entonces presentadora del programa, comentó: «No estoy escuchando hablar a estudiantes universitarios que realmente quieren hacer una carrera, estoy escuchando hablar a unos aprendices de terroristas. Estos chiquitos se están quejando de la brutal represión policial, pero, por favor, ellos tomaron su universidad, estuvieron a punto de jalar un cable para electrificar la puerta de entrada». La conductora, además, afirmó que los estudiantes que realizaron la toma del campus poseían bombas molotov, gasolina y cuchillos para atacar a las fuerzas del orden. «La tomaron, la cerraron, se encapucharon todos, ¿y quieren que los traten con franela?, ¿quieren que les den una palmada en la espalda y les digan ‘muy bien chicos, lo están haciendo bien’?», señaló Medina durante el enlace en vivo. Aunque la acusación generó diversas respuestas indignadas en redes sociales, el señalamiento la difamaciónno tuvo mayores repercusiones para la periodista.   

  

Fuente: elpopular.pe

De manera similar, el conductor Phillip Butters, en su programa de Radio Exitosa, acusó al secretario general de la Federación Universitaria de San Marcos, Gerardo Salas, de cometer un delito al “tener un palo y una piedra y amenazar a la policía encapuchado” y al “impedir el libre tránsito de las personas para que puedan ingresar a la universidad”. Además, durante la entrevista, que mantuvo un fuerte tono confrontacional por parte del periodista, Butters le dijo al representante estudiantil: “Yo no te he llamado a preguntar por las razones, he llamado a preguntarte por el delito que estás cometiendo. […] A mí no me importa las razones, lo que quería saber es que tú asumas tu responsabilidad, de que estás liderando esto y que sepas que esto es un delito. […] Si en el Perú hay ley, el general de la policía debería enmarrocarte y meterte preso ahorita mismo”. 

 

Un trato similar se repitió dos años después, cuando en setiembre de 2019, se acusó –e intentó deslegitimar– a la protesta estudiantil de estar vinculada con Movadef. En ese momento, los estudiantes de la Universidad San Marcos tomaron el campus como medida de rechazo a la construcción del by pass que pretendía recortar parte de los terrenos de la universidad. Algunos medios repitieron el trato estigmatizante hacia los sanmarquinos. Una reportera de Buenos Días Perú, un programa matutino de Panamericana Televisión, señaló que los implementos usados por los estudiantes para protegerse de las bombas lacrimógenas (vinagre, agua y bicarbonato) eran usados para hacer bombas. Días después, el diario Perú 21 tituló un reportaje como “Los infiltrados del Movadef manchan las protestas en San Marcos”, en él señalaba que cuatro estudiantes pertenecían a distintas organizaciones vinculadas al Movadef. La información partía de una fuente policial y no contrastaba los datos brindados. Esta noticia fue rebotada por Buenos Días Perú, el programa que anunció las “bombas” que prepararían los estudiantes, sumándole imágenes de la ciudad universitaria durante la época del conflicto armado interno.  

El terruqueo hacia la universidad pública no solo se hace presente en la anulación de la protesta estudiantil. También se hace explícito mediante el hostigamiento y la persecución a la organización y la educación política de estudiantes y docentes universitarios. 

 

Un gran ejemplo de esta situación ocurrió entre abril y mayo de 2019, cuando el estado peruano llevó a cabo una inexplicable investigación contra un curso de marxismo que estudiantes y docentes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos impulsaban. La Policía Nacional del Perú y el Ministerio Público consideraron este curso como delito de terrorismo y, debido a ello, le abrieron una investigación.  

 

De este modo, el 12 de julio del 2019, la Dirección Contra el Terrorismo de la Policía envió un oficio al despacho del decano de la Facultad de Letras, José Carlos Ballón, notificando la apertura de la investigación policial. El documento solicitaba, con carácter de “muy urgente”, “Un informe en el cual precise: 1) Si se realizó el Taller de Filosofía Política denominado: Introducción al Marxismo, programado para los días viernes 12, 26 de Abril y viernes 3, 10 y 17 de Mayo a las 6:00pm; 2) Precise los nombres completos de los organizadores del evento, debiendo ser posibles adjuntar las grabaciones fílmicas del taller en los días antes señalados”. Días después, otro oficio fue remitido por la Fiscalía Especializada en Delitos de Terrorismo y Contra la Humanidad, el cual disponía de una «investigación preliminar contra los que resulten responsables del Delito de Terrorismo en la modalidad de Afiliación a Organizaciones Terroristas en agravio del Estado». 

Fuente: larepublica.pe

Diversas agrupaciones estudiantiles, así como la misma Facultad de Letras de San Marcos, difundieron este hecho y se pronunciaron en su contra a través de las redes sociales. Se acusó la persecución de la actividad académica, el intento de reprimir el diálogo y la pluralidad de ideas, así como el autoritarismo y hostigamiento del Estado. Sin embargo, la evidente pregunta que surge de todo este episodio es: ¿por qué estudiar marxismo es peligroso? 

 

Una primera respuesta proviene del contexto sociocultural de posguerra que atravesamos: la violencia política ha dejado estigmas en la sociedad peruana. Con el final del conflicto armado interno (y la derrota de Sendero Luminoso) muchas ideas, personajes, objetos y prácticas quedaron marcadas por la censura, el rechazo, el temor. El estudio del marxismo (al igual que con la Universidad San Marcos y sus estudiantes) ha sido uno de estos elementos estigmatizados. Hoy, para muchos espacios y personajes que (de manera involuntaria o deliberada) desconocen esta filosofía, estudiar marxismo se asocia solo al radicalismo de Sendero Luminoso, a las prácticas terroristas que llevó a cabo.  

 

Pero el marxismo es mucho más que solo Sendero Luminoso, mucho más que el estereotipo difundido. Es, principalmente, una teoría para interpretar la vida social, económica, cultural y política. Es una filosofía sobre la realidad, específicamente sobre la historia humana, que ha colocado en las teorías sociales contemporáneas (pero también en la vida práctica y el sentido común actual) un conjunto de ideas válidas y de uso frecuente (como “clases sociales”, “dialéctica”, “capital”, “ideología” y más). El marxismo es una herramienta teórica desde la que se ha criticado al sistema capitalista y sus formas, proponiendo la búsqueda de justicia social. Es, también, una teoría que ha servido a gobiernos autoritarios y dictaduras para legitimar su poder y abusos. Pero, a pesar de esto, los aportes del marxismo al conocimiento son fundamentales, tanto, como las posibilidades de interpretar –y transformar– nuestra realidad que nos ha legado. 

 

No obstante, este contexto de posguerra en que se estigmatiza el marxismo, se termina de entender mejor si tenemos en cuenta el contexto global que afrontamos. Hoy en día, con la consolidación global del capitalismo, explica Víctor Vich, vivimos en un momento hiperpragmático, donde predomina una razón utilitaria inscrita en el mundo de los negocios, que desprecia el pensamiento en general. Es decir, el mundo de la filosofía y las humanidades ha sido excluido de la discusión y la formación política, de la organización social, de la esfera pública. Han sido ninguneadas, consideradas como no importante. Pero no solo eso. La lógica cultural del capitalismo contemporáneo no solo califica como poco útil el pensamiento crítico, cuestionadores, son censurados, estereotipados, expulsados, prohibidos, acusados de ser peligrosos. No hay lugar para pensamientos marxistas en la hegemonía discursiva que proponen los defensores del modelo socioeconómico actual. 

  

En resumen, el trauma histórico producido en el periodo de violencia política y la hegemonía del capital que no permite razonamientos cuestionadores hacen que, hoy en día, estudiar marxismo sea visto como peligroso. De allí que, ante un curso organizado por estudiantes universitarios, la Policía Nacional y el Ministerio Público lo acusen de delito de terrorismo. 

Los casos de terruqueo narrados y analizados en esta sección dan cuenta de cómo la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en particular pero la universidad pública en general es constantemente hostigada y estigmatizada. Sus estudiantes son perseguidos. Sus actividades son cuestionadas. La institución permanece estereotipada por su pasado. Al ser un espacio de formación crítica, cuyos integrantes muchas veces discrepan de los discursos oficiales y hegemónicos, se la busca anular y censurar. Permanece constantemente vigilada. Por ello, los reclamos estudiantiles son acusados de proterroristas y las actividades de estudio son calificadas de sospechosas, merecedoras de investigación judicial. El terruqueo hacia estos sujetos, los “aprendices de terroristas”, reaparece con cada nuevo reclamo estudiantil.

Fuente: Facebook

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